Relación con las familias: manual para profes
Hace tiempo que tengo la sensación de que la relación entre las familias y el profesorado es… conflictiva. Lo sé por las caras de incomodidad que he visto en el instituto cuando se comenta que viene una familia a entrevistarse con algún profe. O por algún comentario jocoso en las sesiones de evaluación. O por el claro enfrentamiento que hay en Twitter entre las familias y el profesorado, enfrentamiento en el que suelo estar con las familias porque antes que profa soy madre.
Y, la verdad, escribo este post porque creo que es importante que el profesorado se implique de forma más activa en su relación con las familias, porque…
Contenido del post ⬇
La comunidad educativa somos todos
Esto creo que es algo que tenemos que tenerlo claro. Para que la educación sea de verdad eficaz y tenga sentido, la base han de ser los alumnos y alumnas, pero si la relación es exclusivamente profesorado-alumnado nos falta una cara importantísima del triángulo.
Si todo va bien y está equilibrado, los niños y niñas pasan muchas horas diarias en los colegios e institutos, pero también pasan bastantes horas (y los fines de semana completos) con sus familias. Por lo tanto, o trabajamos en equipo o esto no funcionará.
Además, es muy habitual que el profesorado se queje de que las familias no les apoyan o no fomentan en sus hijes un respeto hacia sus profes… Pero ¿cómo va a suceder todo esto si hay un muro simbólico (además del físico) que separa los centros educativos de las casas?
Y esto me lleva a una observación tan cierta como preocupante. ⬇
El profesorado no sabe relacionarse con las familias
Yo creo que a veces esa relación ausente es realmente porque no sabemos cómo gestionarla.
Nos excusamos en la falta de tiempo: demasiado que corregir, exceso de burocracia… todo eso apenas nos deja tiempo para entrevistarnos con los padres y madres. Pero, en mi opinión, también hay mucho de evitación del conflicto. Tememos a las familias, que cuestionen nuestro trabajo, tememos reclamaciones o simplemente que nos «carguen» emocionalmente. Nos olvidamos, tal vez, de que en teoría toda la comunidad educativa debería remar en la misma dirección.
Ni siquiera en casos en que es evidente que es necesario que fluya la información logramos hacerlo. Un ejemplo son los recientes cambios relativos a la ley educativa y la evaluación criterial. Sin embargo, no somos capaces. Hace unos días hice una encuesta sobre esto en Twitter y este fue el resultado:
Y sí, soy consciente de que la muestra de personas que respondieron a esa encuesta es reducida, pero a pesar de ello veo que solo un 16 % se comunica de forma fluida con las familias. El resto se reparte entre los que evitan comunicarse y los que quisieran hacerlo pero no saben cómo. De hecho, esto es lo que me impulsó a escribir este post.
La relación con las familias es una obligación legal
Y aquí es cuando veo necesario recordar que no es cuestión de preferencias. No es que a mí me guste hablar con las familias y a otros profes no. Es que todo el profesorado (no solo les tutores) tienen la obligación legal de comunicarse con las familias.
Voy a referirme a la legislación andaluza, que es la que aplica en mi caso, pero imagino que será similar en todas las comunidades. Leamos el Decreto 327/2010, de 13 de julio, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de los Institutos de Educación Secundaria.
Artículo 9. Funciones y deberes del profesorado.
1. Las funciones y deberes del profesorado son, entre otros, las siguientes: […] c) La tutoría del alumnado, la dirección y la orientación de su aprendizaje y el apoyo en su proceso educativo, en colaboración con las familias. […] h) La información periódica a las familias sobre el proceso de aprendizaje de sus hijos e hijas, así como la orientación para su cooperación en el mismo.
Por cierto, que te recomiendo leer el resto de deberes del profesorado, a lo mejor dejas de decir «no me pagan para esto» con algunas cosas. 😉
Cómo sacar tiempo para una buena relación con las familias
Pero venga, vamos a por la mayor excusa: la falta de tiempo.
Soy una absoluta friki de todo lo que se relacione con la productividad, sistemas de gestión del tiempo y todas esas cosas. Pero la realidad es que estoy segura de que no se trata de falta de tiempo.
Normalmente hablamos de falta de tiempo porque tenemos otras muchas cosas que hacer. Estas suelen ser 1) corregir exámenes y trabajos, 2) rellenar papeleo, 3) preparar clases. Las pongo en este orden porque muches profes de mi entorno se quejan de que la primera y la segunda tareas no les dejan tiempo para la tercera.
Y es curioso, porque el decreto que cité arriba pone en el mismo saco estas tareas y la comunicación con las familias. ¿Por qué priorizamos unas y abandonamos otras?
Y es que en realidad se trata de eso, de prioridades. Si todas esas son nuestras obligaciones por igual, deberíamos repartir el tiempo disponible (mucho o poco) entre todas las tareas.
Cómo lo gestiono yo
Venga, vamos a la práctica. Porque todo lo dicho suena muy bien pero yo me propuse que el profablog te diera herramientas útiles. Así que te voy a comentar cómo lo hago.
- La carta: una de mis tareas prioritarias a principio de curso, además de planificar las evaluaciones iniciales y configurar mi cuaderno de profa, es escribir una carta a las familias de mis diferentes clases. En ella intento presentarme de forma cercana, hablar brevemente de mi metodología y de los criterios de evaluación. Pero todo eso es una excusa: el objetivo es abrir por primera vez el canal de comunicación y demostrar que mi puerta está abierta.
- La hora de atención a familias: el centro me reserva una de las horas de permanencia para atención a familias. Pues bien, este es mi truco: suelo dedicar esos 60 minutos, ¡sorpresa!, a atender a las familias. Respondo mensajes o los inicio yo. Si veo que hay poco tiempo y mucho que hablar, hago una llamada. A veces, si lo necesito, reservo una hora extra más (alguna guardia tranquila) para estas comunicaciones.
- Cercanía: en todas mis comunicaciones con las familias procuro ser profesional pero cercana. Se trata de derribar ese muro invisible.
- Falta de tiempo: las familias de mi alumnado saben que a veces tardo en responder los mensajes. Les informo a principio de curso, de hecho. Pero saben que siempre respondo. Y, como soy cercana y muestro que me preocupo, suelen ser comprensivos con esto.
- Evaluación continua: no espero a que haya problemas. Normalmente, suelo planificar una revisión de mi cuaderno de profa cada dos semanas más o menos. Para ello, reservo una hora para mirar mis anotaciones y otra hora para redactar mensajes a las familias.
- Reacción: si surge algo en el día a día, no lo dejo pasar. Gracias a la app móvil de comunicación con las familias, suele ser fácil mandar un mensaje rápido mientras me dirijo al aula de la clase siguiente, o a la hora del recreo.
¿Y las familias, se implican?
Tengo que ser sincera: en mi centro las familias se implican poco. Pero también he de decir que las familias que responden, con las que llego a acuerdos o que me informan de situaciones… noto muchísimos beneficios en esos alumnos y alumnas.
Dicen algunos que la falta de implicación de las familias del centro es buena, que hay pocas reclamaciones. Yo pienso que, sobre todo, es cuestión de situación socioeconómica (el barrio está bastante deprimido) y de cultura de centro.
No puedo cambiar la situación de las familias, ni su experiencia previa del sistema educativo, pero lo que sí puedo intentar es cambiar, poco a poco y gotita a gotita, la cultura de mi centro. Hacer pedagogía de que cultivar una buena relación con las familias forma parte de nuestro trabajo y actúa en beneficio del alumnado y, además, de rebote, mejora la percepción social de nuestra profesión, que no es muy buena. 😅
En fin, espero que las reflexiones de esta idealista sin remedio te sirvan y que te animes este curso a crear lazos con tus familias. No te arrepentirás, estoy segura.